Resumen:
Durante el año 2018 se consolidó la innovación curricular de la carrera, la que implicó una revisión del sentido y significado de la intervención social (Gonzalez-Saibene, 1996, 2015; Muñoz, 2011; Carballeda, 2002, 2010; Cortés, 2018, 2019) y las perspectivas que sustentaban la formación de las y los estudiantes. En ese contexto, se tomó distancia de cualquier perspectiva que contemplara la fragmentación de lo social. Ello implicó, soportar la formación desde perspectivas críticas que permitan articular, re-ensamblar (Latour, 1995, 2001, en Cortés, 2019) los elementos heterogéneos, superando dualismos y fragmentaciones. Lo social es definido por los actores y no exclusivamente por los analistas, asignándole un cierto sentido de orden en el cual se pueden rastrear las relaciones entre las contradicciones y controversias. Por ello, consideramos al Actor–Red cuya actividad consiste en re- ensamblar los objetos de Intervención que son heterogéneos para el Trabajo Social en una red que sea capaz de redefinir y transformar, más que seguir reproduciendo una visión tradicional o clásica de lo que es el objeto profesional. En otras palabras,
“es posible pensar en alternativas, reasumiendo una relación contradictoria de teoría y praxis en el horizonte de una comprensión social compleja, de una intervención social fundada en otros parámetros” (Matus, 2005, p.14). Esto conlleva problematizar ese orden bajo perspectivas clásicas, y repensar en la práctica-teórica la formación en Trabajo Social desde el eje de intervención social como articulador de territorialidades (Lefebvre, 1976, 1978, 1980; Harvey 2000, 2007; Butler, 2017; Salazar, 2014; Deleuze,2005; Foucault, 1984; Cortés, 2018, 2019), deconstructiva y decolonialmente situado. Nos centraremos en el curso de Práctica de Intervención Social I, asignatura integradora, que corresponde a la primera experiencia formativa del o la estudiante de trabajo social y que se presenta como un espacio en el cual se integran los saberes adquiridos en la formación curricular previa, configurando una Intervención Social Situada a nivel local, con marcos referenciales acordes a las perspectivas y a los contextos en las cuales se encuentren desarrollando su práctica. En términos de modalidad, esta práctica se desarrolla en un trabajo directo en territorios y con actorías de base[1]. En este proceso, tanto estudiantes como docentes se instalan en los territorios y trabajan colaborativamente con las organizaciones, dirigentes y comunidad en general durante un semestre académico. Producto de la pandemia, durante los años 2020 y 2021 las clases presenciales en todas las instancias educativas debieron adecuarse a la modalidad virtual y remota. Lo que llevó a la carrera a gestionar nuevas estrategias de vinculación con los diversos actores sociales involucrados en los procesos de intervención, transformándose la pandemia en una oportunidad para comprender de manera mucho más profunda el componente social, recuperar prácticas colectivas, configurar nuevas formas de hacer, entre otros (Carballeda, 2020). Este estudio buscó, analizar los significados y experiencias de estudiantes y agentes claves de los territorios (dirigentes sociales de comités de vivienda) en los que se realizó la experiencia de práctica de la carrera de Trabajo Social UNAB, sede viña del Mar, en el contexto pandemia durante los años 2020 – 2021. Giró en torno a 3 ejes fundantes que se articulan mutuamente a fin de recuperar y analizar la experiencia y generar conocimientos y saberes sobre ella: Desafíos, dificultades y tensiones de la práctica virtualizada.Desarrollo de procesos de intervención innovadores.Aprendizajes. Se buscó relevar el rol de los participantes imbricados en la experiencia de intervención, permitiendo, mediante espacios dirigidos, reflexionar en relación con sus propias prácticas, generando conocimiento y saberes desde ellas. Para tal efecto, se utiliza la perspectiva fenomenológica (Husserl, 1998; Fuster, 2019), que, por su carácter interpretativo, facilita los procesos de reflexión y comprensión asociados a la experiencia vivida, relevando la significación y apropiación sobre las prácticas de intervención social de los y las estudiantes que cursaron la asignatura de Práctica de Intervención Social I, así como de los agentes claves involucrados. El enfoque metodológico utilizado fue de tipo cualitativo (Valles, 1999; Flick,2012), tendiente en un primer momento facilitar la recuperación y estructuración de la experiencia vivida, para en un segundo momento desarrollar un análisis de ella. Se realizaron entrevistas en profundidad (Delgado y Gutiérrez, 1999; Taylor y Bogdan, 1994; Gil, 2002) a los agentes clave y grupos focales (Valles, M. 1999; Petracci y Kornblit, 2004) con las y los estudiantes. Para el análisis documental (Valles, M. 1999; Andreu, 2003; Castillo, 2005), se consideró aquellos documentos centrales que orientan y dan cuenta del proceso de intervención, así como los producidos por las y los estudiantes en el contexto de práctica. En tanto, materiales informativos, documentos académicos, productos audiovisuales, entre otros. Finalmente, en cuanto a los principales hallazgos podemos destacar, que lo aspectos relativos a la satisfacción de necesidades básicas, la asistencia (y su reconfiguración), la democratización de la información respecto a beneficios y ayudas del Estado fueron los ámbitos principales que se trabajaron en pandemia. Para ello, equipos de trabajo de estudiantes tuvieron que desplegar estrategias comunicacionales, vinculadas a tecnologías, uso de aplicaciones, redes sociales, entre otras para poder establecer un trabajo colaborativo con los territorios e ir aportando en la satisfacción de estas necesidades. Y aún cuando el impulso de la creatividad, la cercanía generacional con las tecnologías de la información de parte de las y los estudiantes facilitó el proceso, la reproducción de brechas de desigualdad social, también en lo digital, dificultaron algunos aspectos en la relación estudiante-docente-comunidad. La combinación de actividades virtuales y presenciales, hacia el segundo año de pandemia, complementaron un trabajo donde si bien el flujo de información e instantaneidad aportaron al proceso, también relevaron la importancia e irremplazabilidad que tendría el estar en los espacios y realizar un trabajo directo con los sujetos desde miradas críticas de intervención social. Lo que evidentemente aporta a replantearnos las nociones sobre intervención social y el cómo esta responde a complejidades sociales emergentes. [1] En Viña del Mar se ha trabajo principalmente con campamentos y sus comités de vivienda. La región de Valparaíso presenta el mayor número de campamentos del país, en tanto expresión de la informalidad urbana.