Resumen:
Ambiente, distanciamiento social y regulación de relaciones sociales Lic. Nicolás RivasEl pensamiento y la acción higienista, en el caso de argentino y como parte predominante del pensamiento positivista de la época, desplegó a fines del siglo XIX sus saberes teóricos y procedimientos metodológicos y lo hizo desde un posicionamiento que superase el oscurantismo religioso, sus concepciones y prácticas: liberales, reformistas, científicos por un lado y católicos por otro. El abanico ideológico que se presentaba como separado y enfrentado en el terreno de las disputas a los nacientes derechos de los trabajadores, por ejemplo, se volvía un solo bloque a la hora de enfrentarse a las ideas clericales. Un ejemplo de ese conflicto y desde el ámbito de la educación, se puede comprender por la expulsión del representante del Papa en argentina en el año 1884. Julio Argentino Roca defiende a su ministro de Justicia, el médico higienista Eduardo Wilde, que había sido criticado por otro religioso de menor envergadura que el Vicario, por designar maestras protestantes en una escuela de mujeres de la provincia de Córdoba (Mauro). Resultaba ya necesario avanzar en dirimir esas tensiones en disputa desde perspectivas teóricas y políticas diferentes. Este texto tomará como referencia de reflexión los inicios de la “visita domiciliaria” en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en el marco de la ofensiva del pensamiento positivista de fines del siglo XIX. En aquel tiempo, la Sociedad de Beneficencia creada por Bernardino Rivadavia y gestionada por un grupo de mujeres, ya daba señales de dificultades en el abordaje de las nuevas y complejas problemáticas donde intervenía. Será desde el concepto de
ambiente, considerado como condiciones sociales y naturales que tienen relación con el
otro que este escrito se estructurará.
En esa línea, el
distanciamiento social que se impuso e impone en este tiempo de pandemia también es visto como parte de una reactualización de las cuestiones de la higiene, ya en un marco de desaparición de pensamiento positivista, pero con resabios vigentes que operan en la vida cotidiana de las personas.Una de las características del higienismo es su capacidad de reciclarse y el
distanciamiento social fue y es un ejemplo de ello, imponiendo su costado más invisible: la naturalización de las desigualdades sociales en el escenario del desarrollo capitalista. Comprobado está que, hasta ahora y por fuera de las vacunas, lo único que impide que el virus se transfiera de persona a persona es la distancia. Pareciera que esa
distancia es un acto solamente voluntario cuya responsabilidad recae solo en la autonomía del sujeto y sus decisiones. Y si bien hay un marco inicial de la propia decisión, la imposibilidad de hacer efectiva esa distancia no puede achacarse (solamente y de manera punitiva) a actitudes individuales, tanto por las cuestiones habitacionales y de territorio como por la necesidad de no poder cumplir el aislamiento porque resulta imprescindible generar ingresos para la reproducción social. Por fuera de esta caracterización o en una zona poco delimitada de manera clara, quedan las personas que, por propia decisión y fundamentando su autonomía en la no injerencia del Estado y en su libertad individual, militan contra las campañas de vacunación (Stefanoni, Pablo). Hoy, en un momento que pareciera de retirada de la pandemia, las instituciones asistenciales y sanitarias ponen de manifiesto la fragilidad que ya tenían. Y, al tiempo que la pandemia lo evidencia, también nos interpela en esa supuesta normalidad del pasado que pareciera que es el lugar del retorno al que no se quiere volver. Estamos recorriendo un camino que, aunque queramos renunciar a la búsqueda de su salida para adelante, ir para atrás lo convierte en laberinto.
Incertidumbre es la palabra para definir este tiempo institucional. En el campo de las disciplinas cuyo eje está centrado en el contacto con el otro y el contexto, la división de trabajo dejó afuera a aquellos que pusieron el cuerpo, de modo literal, en aquella coyuntura: médicos, enfermeros, trabajadores sociales, camilleros, maestros, etc. El cuerpo pierde su carácter simbólico al tiempo que se potencia como límite.
La práctica de trabajo remoto o a distancia da cuenta de un proceso de degradación y de resignificación con beneficios también inciertos: psicólogos
sin cuerpos de pacientes, Trabajadores Sociales
sin ambiente y docentes
sin aulas ni estudiantes presentes. Al tiempo que el trabajo a distancia se hace eficiente en la relación laboral empleado / empleador / población, esa misma situación laboral se debilita en su condición de trabajador
solitario. En la lógica de maximización de ganancias, solo se pone de manifiesto su nueva condición de prescindible. Mayor desocupación, más informalidad laboral, más pobreza: lo que se agrega a este ya excluyente modelo capitalista es el proceso de
uberización que crece día a día. Sostenemos que resultaba posible y necesario operar en el ambiente de esos otros para que algo se modifique y que resulta necesario hacerlo de modo presencial. Como señala John Dewey, el ambiente no es sólo aquello exterior al sujeto, sino
que “consiste en aquellas condiciones que promueven o dificultan, estimulan o inhiben las actividades características de un ser vivo”. En términos macrosociales el resultado de la relación de fuerzas políticas impondría el sentido de esas modificaciones que, en los últimos 50 años de nuestra historia, marcan el crecimiento de las desigualdades sociales. En el nivel microsocial también está ese ambiente y dialoga de forma directa con la intervención del Trabajo Social: esa regulación opera sobre esos resultados de procesos de relaciones sociales desiguales y
también sobre mecanismos de integración en un marco de reducción de padecimientos mediante condiciones que mejore la accesibilidad y la cobertura a derechos sociales (Ferrara)
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