Resumen:
En esta ponencia presento reflexiones que hilvanan algunos de los resultados de la investigación “Cartografía de la solidaridad: demandas y compromisos ante el Covid 19”[1] en la que participé como investigadora, y los avances conceptuales de mi tesis doctoral en torno a trabajo de cuidados y territorios. En el contexto inédito de la Pandemia de Covid 19, el trabajo de cuidados no remunerado, aquel que se realiza en los hogares y las organizaciones territoriales sin remuneración y apoyado en la división sexogenérica del trabajo, han adquirido una relevancia particular como problemática social y cuestión a ser abordada por las políticas públicas. Si bien en el continente el debate sobre los cuidados inicia hace un poco más de una década en la agenda de los movimientos feministas y la academia (Batthyany, 2020), el modo en que la pandemia puso nuevas exigencias a la reproducción cotidiana sostenida predominantemente por las mujeres y cuerpos feminizados colocó el tema en el centro de los debates. Abundan datos sobre esta situación, proliferaron las investigaciones, los organismos internacionales alertaron sobre la desigualdad en los hogares, y algunos Estados tomaron nota (OIT 2021, Unicef 2020, Clacso 2020, Informe de naciones unidas, 2020. Ministerio de Economía, 2021).La niñez ha sido y es el sujeto privilegiado de las acciones colectivas cotidianas de los sectores populares (merendero, comedor, apoyo escolar, roperito, la salita de salud, la canchita, el festejo día del niño), y a las mujeres como principales gestoras, ubicadas en la tensión de la dominación patriarcal y el poder de la lucha por la vida. Por un lado, las discusiones sobre los cuidados y la reproducción cotidiana desde los feminismos, han logrado captar las desigualdades en la división sexual del trabajo (asalariado y no asalariado) en los hogares, la feminización de los cuidados (en las familias, en las comunidades y las políticas públicas), e interpelar al Estado como actor que debiera abordar el trabajo de cuidados desde una lógica de derechos (tanto de mujeres como niñes). El cuidado en los análisis suele ubicarse de manera predominante en los espacios de lo privado (los hogares, el mercado) o público estatal, sin embargo, múltiples procesos organizativos territoriales podrían leerse desde esta clave, recuperando allí otras lógicas, que no son simplemente la reacción frente al límite de la sobrevivencia (Rodríguez Enriquez 2019).En América Latina y en nuestro país, los sectores populares frente a la Pandemia, tejieron nuevos esfuerzos en la trama de viejas estrategias. Lo “comunitario”, la organización territorial fue una respuesta a la crisis, un modo de afronte que quizás se repite en la memoria colectiva como una imagen ya sabida, las ollas populares, el trabajo en red, el reclamo en la calle (Elorza, Andrada 2021). Pero que también son el “pan de cada día” ante la pobreza (Merklen 2010, de Marinis 2006, Fournier 2017, Echavarría 2013). Hoy en particular se habla de “crisis de los cuidados” como un momento específico de tensión sobre las posibilidades de reposición cotidiana de las personas. Desde diferentes corrientes críticas, pero específicamente los feminismos, se habla de un nuevo ciclo de acumulación capitalista, neoliberal, o capitalismo financiarizado (Fraser 2018, Federici 2014, Gago 2014). La incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral, las transformaciones del mercado de trabajo y el profundo deterioro de sus condiciones de realización (desigualdades, bajos sueldos, precarización, etc), son algunos de los factores por los cuáles la reproducción cotidiana se ha vuelto cada vez más dificultosa. (Jelin, Faur 2019). También el cercamiento y deterioro de recursos claves -el ambiente, el agua, los alimentos, la producción de alimentos-y las ausencias de políticas sociales; despojan a personas, familias y comunidades de capacidades básicas para la reposición social (Fraser, 2020. Federici, 2015). El capitalismo neoliberal, globalizado, ejerce una presión extractivista sobre la reproducción. Las familias necesitan de mujeres empleadas casi tiempo completo, con más de un trabajo para llegar a fin de mes, el mercado y los organismos internacional presionan para que se recorten las políticas sociales de vivienda, educación y salud; se reducen el tiempo y la energía disponible para el trabajo de reproducción social, junto con la exigencia de tomar en el mercado lo que ya no se tiene ni puede producirse (Rodríguez 2019, Orozco 2006).La noción de cuidados ofrece una mirada sobre la reproducción, que busca desentrañar las subjetividades y los lazos sociales que se construyen en la restitución cotidiana humana y no humana. También pone en cuestión las formas sociales que se tejen más allá y en resistencia a las estructuras del trabajo asalariado y la familia nuclear (casi como únicas formas posibles y deseables de organización) (Vega 2019 y Orozco 2006). Recuperar la dimensión “comunitaria” de los cuidados, implica por un lado trascender la asociación de estos con la familia y el espacio privado, el mercado como proveedor de servicios o el ámbito estatal de las políticas públicas (Vega 2019, Gago 204). Pone en relieve las tramas territoriales, las redes de reciprocidad, los arreglos basados en sostenes que tienen trashumancia entre la casa, la política social y las organizaciones. Por otro lado, interpela el lugar de receptores en que se coloca a niñes y adolescentes, reconociéndoles agencia en las estrategias colectivas, y la definición de haceres y sentidos. La dimensión comunitaria también se hace presente en las exigencias que impone el territorio, de tiempo, dedicación y tareas vinculadas al trabajo de cuidado. Los espacios deteriorados, viviendas inadecuadas, falta de infraestructura y equipamiento urbano son elementos que hacen de la reposición cotidiana una faena más compleja y costosa, al tiempo que cercena la autonomía de las mujeres. El trabajo de cuidados como categoría analítica posibilita quizás reposicionarse desde el trabajo social comunitario, como un nuevo prisma de intervención, que visibilice con mayor criticidad el lugar de las mujeres, cuerpos feminizados y niñes en las tramas organizativas y territoriales. Que se pregunte por las formas colectivas de cuidar y por el cuidado como un
común (Federici, 2019). [1] Este proyecto contó con el financiamiento del Ministerio de Ciencia, Innovación y Tecnología de la Nación Argentina.