Resumen:
El actual plan de estudios implica que el ciclo profesional de la licenciatura en Trabajo Social cuente con 8 módulos con créditos obligatorios y optativos, que suponen la posibilidad de una formación básica a partir de la cual se puede desarrollar un perfil específico según intereses, incorporando la noción de integralidad. El modulo Fundamentos teórico metodológicos del trabajo social concentra la formación específica a nivel disciplinar. Es también donde se incluye el aprendizaje de la práctica pre-profesional, a través de la inclusión de estudiantes en proyectos de equipos docentes que articulan enseñanza, investigación y extensión a partir de los Proyectos Integrales (PI) en una propuesta que promueve la formación en teoría y metodología vinculada a la intervención profesional. En este proceso, el propio plan de estudio, y sobre todo la fundamentación del módulo impartido, debe ser tomado como objeto de reflexión para buscar mejoras en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta presentación intenta hacer una interpretación y lectura que permita reflexionar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje.El profesional del Trabajo Social se inserta en el campo profesional como trabajador asalariado que implementa, diseña, ejecuta y /o planifica las políticas de acuerdo a las orientaciones del Estado a partir de las Políticas Públicas.La propuesta planteada por el Plan de estudios 2009 propone que la práctica profesión de quien egresa de la formación en Trabajo Social, a partir de lo incorporado durante la carrera, y especialmente vinculado a los contenidos específicos se “orientará por la honestidad y creatividad intelectual, integrando críticamente en su desempeño específico la complejidad del entorno en el que está inserto” (Plan de estudios 2009).Para ello es necesario fomentar la capacidad de compromiso ético institucional, a partir de la incorporación de competencias profesionales que den cuenta de la especificidad de la profesión, incorporando la articulación con lo interdisciplinario, formando profesionales con autonomía y sentido crítico fundamentados en una sólida base de teoría
.Pero, esto que en el plano de la intención política y de la adecuación académica se propone se enfrenta al desafío de una sociedad que impulsa al productivismo, que tiende a la individuación y que promueve tránsitos efectivos, lo más acelerados posibles porque además se trata de una trayectoria en la que el grado es el piso mínimo y por tanto una situación a sortear. Las sociedades contemporáneas basadas en la eficiencia, la técnica y la cualificación son cada vez más desiguales y la lógica del mercado se extiende a la formación académica aún en las licenciaturas que históricamente ha estado más cercanas a la promoción del pensamiento crítico.La pandemia COVID-19 en Uruguay irrumpe en un escenario de cambios de conceptualización sobre las problemáticas sociales y redefinición del alcance material de las políticas públicas, poniendo en cuestión la intervención del Estado. La emergencia sanitaria más significativa de las últimas décadas, se desarrolla en un contexto de debilitamiento de la malla de protección social, la incidencia territorial de grupos anti derechos que promueven explícitamente discursos y actos de odio; una postura central de gobierno orientada al neoliberalismo, el punitivismo, la meritocracia y un Estado progresivamente más distante. La respuesta desde la sociedad civil organizada ante la ausencia de contención estatal ha sido la solidaridad, debiendo asumir la responsabilidad de tender redes que garanticen el acceso a necesidades básicas. En el marco de la pandemia se construyeron dicotomías que enfrentaron a la población a la decisión entre cuidarse o empobrecerse, a la vez que se reconoce la interdependencia y necesidad de la otredad como forma de preservación de la vida. El distanciamiento y virtualidad han traído sus propias consecuencias, donde el cuidado pasó a ser alerta y la otredad un riesgo, así como derechos básicos pasaron a configurarse como privilegios (Danel, 2020) Es en esta compleja arena que nuestra profesión se desarrolla, a la vez que se piensa, se forma y en algunos casos, se precariza y flexibiliza. Por un lado, el campo profesional coloca ante sí el desafío y la responsabilidad de reflexionar críticamente sobre estos factores estructurales y estructurantes para así no retroceder y ubicarse en el lugar de “gestores de miseria”. Por otro, la formación académica debe tomar para sí la responsabilidad de dar las apoyaturas teóricas necesarias para comenzar a dar respuesta a las preguntas que la coyuntura nos presenta ¿cuál es el papel que juega el Trabajo Social?, ¿cómo diferenciamos la promoción de derechos y acceso a los mismos, de respuestas cortoplacistas e insuficientes? Si no orientamos en este sentido, ¿desconocemos o dejamos de incidir en la materialidad?; ¿cómo se interrelacionan el cuidado humano, la ciudadanía y la protección social?; ¿cómo nos pensamos como trabajadores y trabajadoras? La dialéctica entre el campo profesional y la formación de grado es fundamental para alimentar una praxis que pueda definirse desde la crítica y sensibilidad, tal como se promueve desde la epistemología feminista, para no reproducir modelos instrumentales, utilitarios y coloniales. Trabajo Social se caracteriza por el afán de ampliar sus marcos teóricos e interpretativos, acompañando las transformaciones sociales y necesidades desde la interlocución permanente entre teoría y práctica. A nivel institucional, los Proyectos Integrales son un reflejo de estos movimientos y un ámbito de suma potencia para la producción de conocimiento, intercambio reflexivo y cercano, así como claves en la formación por el acompañamiento en la intervención pre profesional. Es necesario profundizar en la formación de grado la transversalización de la perspectiva interseccionalidad como herramienta para el análisis, entendiéndose el espacio de supervisión de práctica como un ámbito idóneo para desplegar la problematización de las múltiples intersecciones que atraviesan la temática específica que se pueda estar abordando. Incorporar la lectura que sobre la realidad aporta la teoría feminista y
queer resultan insumos necesarios para dimensionar la interrelación entre los diversos sistemas de opresión y desigualdad. Reflexionar sobre cómo el propio derrotero de la experiencia cotidiana ha generado cambios, algunos sutiles, otros de forma y algunos de contenido de los propios programas, incorporando perspectivas, herramientas pedagógicas, tecnologías, para dar cuenta de los intereses tanto de la academia, como de la realidad social.