Resumen:
Un análisis decolonial desde el Trabajo Social Categoría: Reflexión/estudio teórico-metodológico.Eje Temático: Formación de grado. Comencemos pensando en colonialidad, específicamente en los primeros encuentros. Imaginemos aquella época, donde el territorio americano al que construían como un lienzo blanco, el cual supuestamente esperaba ser coloreado por aquellas ocupantes con brillantes armaduras y montadas en bestias desconocidas. Pocas veces reparamos en las consecuencias de la conquista, y su trascendencia a lo largo de las épocas siguientes. Las mismas se presentan como una extensión legítima de un proceso completo de tipificación, subjetiva y objetiva, de los componentes de la vida actual en nuestro territorio.La producción de conocimiento acaba determinando el método de sustento teórico racional, que permite la extensión de la dominación colonial, ejerciendo una doble violencia: epistemológica e histórica-social. Este proceso, no sólo epistemológico, sino también social, determina la perspectiva a través de la cual se va a observar y analizar la realidad. En este entramado, la Universidad cumple el rol de rectora y albacea de la producción del conocimiento “válido” en todas las áreas, teniendo como objetivo echar luz sobre la totalidad de los aspectos del mundo que nos rodea. (Castro-Gómez, 2007)La lógica colonial de conocimiento, que marca el rumbo a recorrer por parte de la institución, la podemos identificar en varios de sus aspectos medulares. Por un lado, tenemos la perspectiva de análisis, relacionada enteramente con las distintas corrientes epistemológicas que dominan el campo de conocimiento en cada una de las áreas. Continuamos con la metodología, utilizada para corroborar la objetividad de la investigación en curso, partiendo generalmente de una concepción donde quien investiga es diferente al objeto de estudio. Por último, tenemos la estructura organizativa de las Universidades, divididas en facultades, departamentos, cátedras y comités académicos. Una perspectiva de análisis del mundo, que lo concibe de manera parcelada y no como una entidad compleja, retroalimentada por cada uno de sus aspectos constitutivos. La Universidad cumple el papel de albacea del conocimiento, no solo como hogar de la producción académica, sino también como celadora de la legitimidad de la misma, planteando así una estructura arbórea, la cual favorece el desarrollo de zonas delimitadas y jerarquías entre las disciplinas que conviven en ella: “Es decir que el conocimiento ya no tiene como fin último la comprensión de las “conexiones ocultas” entre todas las cosas, sino la descomposición de la realidad en fragmentos con el fin de dominarla” (Castro-Gómez, 2007, p. 82)La corriente racionalista dominante de la ciencia moderna, toma como referente de su planteo a Descartes. Los argumentos metodológicos, se basan en la división de la realidad en factores que respondan a las reglas matemáticas. Estos, tienen como fin alcanzar un análisis integral controlado de los fenómenos a través de su división. Así, las conexiones tendidas con el resto de las áreas de la realidad pasan a segundo plano. Este método de análisis del mundo, se puede extrapolar a la estructura institucional/organizacional universitaria, en la cual nos encontramos con la misma lógica de concepción y producción de conocimiento. Este perfil epistemológico, para Castro-Gómez se puede nombrar como “Hybris de punto cero”:La ciencia moderna pretende ubicarse en el punto cero de observación para ser como Dios, pero no logra observar como Dios. Por eso hablamos de la hybris, del pecado de la desmesura. Cuando los mortales quieren ser como los dioses, pero sin tener capacidad de serlo, incurren en él y esto es, más o menos, lo que ocurre con la ciencia occidental de la modernidad. De hecho, la hybris es el gran pecado de Occidente: pretender el predominio de una perspectiva sobre todas las demás, pero sin que de él se pueda tener otro punto de vista. (Castro-Gómez, 2007, p. 83)El pecado original occidental no confesado, determina la existencia de un contingente de teorías y conceptos que terminan siendo validados por el propio hecho de existir, transformándose en una falacia aplicada como una verdad. La verdad, al no ser una sola, nos abre la ventana a un tipo de pensamiento otro. En el corazón de la Hybris del punto cero, tenemos el modelo de pensamiento complejo (Castro-Gómez, 2007), el cual parte de la base de la integralidad material/epistémica del universo (transdisciplinariedad) y de la convergencia de todo conocimiento en todos los conocimientos. Teniendo en cuenta nuestro rol dentro de la investigación: “Descender del punto cero implica, entonces, reconocer que el observador es parte integral de aquello que observa y que no es posible ningún experimento social en el cual podamos actuar como simples experimentadores. Cualquier observación nos involucra ya como parte del experimento” (Castro-Gómez, 2007, p. 89).En este caso, la búsqueda de objetividad se basa en el reconocimiento del lugar ocupado en el campo de estudio, dejando atrás aquella posición externa o diferenciada del objeto, y partiendo de la idea de que el trabajo realizado va a incluir a ambas, en todo los procesos en los que la investigación se embarque. Ello, lejos de resultar algo negativo, se visualiza como oportunidad para la producción de intercambios superadores con aquella(s) que deseo entender. Luego de identificar las líneas divisorias dentro y hacia fuera de los ámbitos de producción y reproducción del conocimiento, debemos encontrar los modos de trascenderlos. Con el fin de completar el proceso, se vuelve necesario retomar el concepto de transdisciplinariedad, el cual se relaciona con la producción de una amalgama, con los conocimientos disponibles vinculados a un tema, que aporten una visión integral del mismo. Para lograrlo, debemos romper con la barrera del conocimiento moderno, que cataloga a todo lo que no se encuentra alineado a la perspectiva eurocéntrica, como mitología. Sumiendo en zonas grises aportes vinculados a la concepción integral-histórica-territorial de los fenómenos. Con el fin de materializar este modelo de deconstrucción del conocimiento decolonial, se torna imperiosa la ruptura de la barrera epistemológica dominante y la convergencia de las diferentes formas de conocimiento no-hegemónicas que forman parte, también, de la cosmología ignorada del saber. BIBLIOGRAFIA:Castro-Gómez, S. y Grosfoguel, R. (2007). El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre Editores; Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, 2007.Cedrés, E. (2016) “Humanidad, Política y Utopía. Aportes de la Teología de la Liberación y la Reconceptualización, para pensar el papel del Trabajo Social hoy” Fronteras [en línea]. 2016, n.9, pp. 63-75.Claramunt, A. y Leopold, S. (2007). El Trabajo Social en Uruguay. Tensiones y desafíos de la formación y la inserción laboral de los profesionales en la actualidad. 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