Resumen:
Trabajo social pericial y justicia de género: una alternativa frente a la desprofesionalización del Trabajo SocialLilia Núñez de Campos[1]Asistimos a una crisis sistémica que parece remover los cimientos mismos del régimen y la cultura patriarcal. En el Perú, donde no existe la tradición de un Estado Social garante de los derechos y libertades fundamentales, con casi la mitad de su población viviendo en condiciones de pobreza multidimensional (COMEX, 2021) enfrenta una prolongada crisis de gobernabilidad, con los tres poderes del estado totalmente deslegitimados. El sistema judicial no ha sido reformado y un amplio sector de la población no accede a la justicia en igualdad de condiciones y oportunidades, en particular mujeres y niñas de escasos recursos, que son las principales víctimas de las formas más extremas de violencia de género, con resultado de muerte, cuyos índices se incrementaron dramáticamente desde la pandemia Covid-19 (ONU Mujeres, 2021). A las violaciones de menores y el feminicidio, se han sumado en los recientes años, las desapariciones de niñas y adolescentes, con fines de esclavitud sexual, tráfico de órganos y otros (Defensoría del Pueblo, 2021), hay entre ellas mujeres inmigrantes de nacionalidad venezolana. Se trata de un drama que parece definir a la
Cuestión Social contemporánea y que requiere de políticas públicas con objeticos transversales, enfoques multidisciplinarios y acción intersectorial y descentralizada, centrada en las personas, donde el Trabajo Social, como disciplina titular de la cuestión social debería estar en primera línea.En el Perú la primera escuela de Servicio Social se crea en el año 1937, pero en un país lleno de contrastes sociales y territoriales, el desarrollo de la profesión no fue homogéneo, prevaleciendo una impronta filantrópica y marcadamente asistencialista de corte capitalino, a través de las Sociedades de Beneficencias públicas. Desde la implantación del modelo económico ultra-liberal, con la Constitución de 1993, que despoja al Estado de su ya débil rol social, al privatizarse casi todos los servicios básicos, en las décadas recientes, el Perú es quizá uno de los países donde el proceso de desprofesionalización del Trabajo Social (Benito y Chinchilla, s/f) se ha producido con mayor énfasis. Algunos indicadores de éste proceso es la prolongada desinstitucionalización y consecuente atomización del gremio profesional de Trabajadores Sociales a nivel nacional, una oferta académica que orienta su formación para el sector privado, descuidando lo concerniente a las políticas sociales en el ámbito público, lo que redunda en una notoria ausencia de Trabajadores Sociales en los distintos niveles del Estado, particularmente en el nivel sub-nacional (gobiernos regionales y municipales) y un progresivo desplazamiento y/o sustitución de Trabajadores Sociales, en los tradicionales sectores de salud y educación y el (privatizado) sistema de seguridad social, que fuera uno de los bastiones del Trabajo Social peruano. El abandono del rol social del estado peruano permite un “ahorro fiscal” que termina siendo invertido en otros ámbitos, mientras se sigue “externalizando” las funciones protectoras y de bienestar social. En el mejor de los casos, en algunas áreas territoriales, son algunas organizaciones no gubernamentales, incluyendo agrupaciones religiosas las que se ocupan de temas de interés público, tan sensibles como son el trabajo con población migrante y víctimas de trata humana, personas en condición de calle, entre otros. Se trata de un trabajo asistencial que suele prescindir del Trabajo Social profesional. Si bien, el Ministerio de la Mujer, cuenta con centros de atención de emergencia (CEM) distribuidos en todo el territorio nacional, para abordar la violencia familiar, donde laboran equipos interdisciplinarios con presencia de Trabajadores Sociales, con una importante experiencia acumulada, aún no se ha logrado avanzar de manera significativa en un abordaje transversal e intersectorial de la violencia de género, con procedimientos de manual, sin espacio para el análisis crítico, el intercambio y re-creación de los saberes, prevaleciendo un marcado enfoque cuantitivista que se limita a mostrar las cifras globales de mujeres y niñas fallecidas producto de las violencias que siguen en aumento, evidenciando las falencias del estado para enfrentar éste flagelo. En éste contexto, para recuperar los espacios de intervención profesional e incursionar en otros, se propone impulsar el ejercicio independiente del Trabajo Social, asumiendo su titularidad en la
cuestión social contemporánea, haciendo uso de sus tradicionales herramientas metodológicas como son el trabajo social de caso, grupo y comunidad, teniendo entre sus estrategias de intervención el PERITAJE SOCIAL que en los tiempos actuales requiere de un enfoque interdisciplinario y de nuevos conocimientos científicos. Esta propuesta está basada en la propia experiencia de la autora, con más de 35 años de trabajo en éste ámbito, particularmente recuperando las memorias orales de víctimas y testigos, primero en contexto de violencia armada (familias desplazadas por la violencia en el Perú), después con personas en condición migratoria (Chile y otros países de la región) y actualmente con mujeres víctimas de violencia extrema en Perú.Se propone que el Trabajo Social Pericial constituye una herramienta estratégica para abordar los aspectos no visibles de los hechos de violencia basada en género, por ser el resultado de una investigación a profundidad que recupera la tradición cualitativa de la investigación social (Tarrés, 2010) que se nutre de información de primera fuente (testimonio y memorias orales) y otras técnicas propias de la labor pericial, recurso que puede ser utilizado en favor de las víctimas, tanto en el nivel preventivo (en la escuela, servicios de salud, municipios locales, comunidades de base, sector privado, etc.) donde el Perito Social puede ejercer sus funciones como parte del personal fijo, integrando equipos interdisciplinarios o como un/a Consultor/a externo/a, interviniendo y emitiendo informes periciales; así como en los procesos judiciales, como peritos de parte o como peritos designados en el ámbito forense. En un escenario de desprofesionalización y/o desplazamiento del Trabajo Social, el Peritaje Social con enfoque interdisciplinario, se convierte en una alternativa para el resurgimiento de la profesión como una actividad que puede ser ejercida de manera independiente (Núñez 2020, 2021), no sólo en el ámbito ya descrito de las violencias de género sino también en otros ámbitos tradicionales y no tradicionales de ejercicio profesional, contribuyendo a rescatar el rol social del estado con un enfoque centrado en los derechos humanos y en la naturaleza. Trujillo, Perú, 29 de abril del 2022 [1] Trabajadora Social, Mg. en Docencia, Currículo e Investigación, Perito Social independiente, gestora del Primer Semillero de Peritos Sociales en el Perú. Gerente del Instituto Latinoamericano de Peritaje Social (ILPS)